Ese dulce olor primaveral tan suave y aromático inunda toda mi mente, siendo del todo sincera no toda mi mente, ya que hay una parte reservada a ti, nadie tiene permiso para entrar, absolutamente nadie, es tu lugar, tu sitio, ahí es dónde permaneces cada segundo de mi vida, cada momento estás ahí inmutable, nadie te perturba porque nadie se atreve a llegar a ese sitio tan escondido de mi corazón, está tan completamente reservado para ti, tan cerrado que jamás podrá entrar ni salir nadie.
Estar en la calle con un día tan estupendo debería ser algo por lo que dar las gracias, pero al contrario de los demás, yo tengo algo más importante por lo que darlas, y no tengo intención de cosificarte asique sería más correcto decir alguien, eres como un regalo, un milagro de dios. Lo pienso detenidamente cada día, algunos más y otros menos, pero no existe día en el que no me pare a pensar la suerte que tengo de tenerte a mi lado, de poder disfrutar de ti. En cuanto tengo un segundo y una imagen inunda mi mente, nunca falla, infalible aparece tu precioso rostro, tan lleno de vitalidad como siempre, es perfecto, una perfección inalcanzable. Ahora pienso en ti, no puedo sacarte de mi cabeza, recuerdo cada momento a tu lado, están totalmente guardados bajo llave de modo que nadie los pueda perturbar de ninguna forma, recuerdo la sensación que recorre mi cuerpo cuando me besas, ahora mismo un escalofrío recorre mi piel, y te aseguro que no es a causa de frío. Mi mente recorre libre tus recuerdos y llega hasta tus abrazos, toda esa cantidad de abrazos que me das siempre y que me fascinan, está el abrazo de oso, que como su nombre indica, es en el que me agarras como si de un oso se tratase y me achuchas fuertemente como si pensases que me voy a escapar si me dejas respirar; también está el abrazo meloso, que es ese en el cual colocas tus brazos alrededor de mi cintura dulcemente, y haces que apoye mi cabeza en tus hombros, es tan reconfortante ese abrazo, no quiero decantarme por uno, no quiero decir que me gusta más que los demás porque todos me chiflan, pero en esos momentos me siento tan bien, tan segura, tan libre de todo, que me gustaría quedarme así para siempre; luego están esos abrazos eufóricos en los que me levantas y haces que grite pidiéndote que me bajes ya que sabes perfectamente que odio que lo hagas porque odio estar aun palmo del suelo. Por otro lado están esos momentos en los que me acaricias suavemente con tus manos que rozan totalmente libres de temblor mi rostro, mi mejilla se ruboriza y no puedo evitarlo, el calor de tus manos en mi mejilla es como un chorro de agua fría a 35º en verano, es algo indescriptible, un gesto que me encanta, no puedo evitarlo, y si pudiera, no lo haría. También están los momentos en los que estamos tirados en cualquier parte y haces, pides o obligas a que me ponga en tu pecho, sea lo que sea, no me niego, para que, es un placer, me siento bien ahí, es mi sitio, es dónde quiero estar, sin más. Otro de los momentos que me hacen elevarme son en los que veo tu sonrisa, podría distinguirla entre cien mil millones de personas, es algo impresionante pero a la vez natural, sí, difícil de entender, lo sé, pero a ver, es decir, que por muy fascinante que resulte, lo cierto es que lo que siento por ti es tan sublime, que entiendo a la perfección que pueda distinguirte, que pueda matar por ti, que degolle un millón de cabezas por salvarte, que haga cualquier cosa, y créeme que cuando digo cualquier cosa, digo cualquiera, sin excepción por que tú sigas siendo tú, tal y como eres ahora, sin cambios, tan jodidamente perfecto que verte deslumbra.
Podría seguir describiendo torpemente un sinfín de emociones, pero no creo que sea necesario ya que otros lo podría hacer mejor que yo sintiendo cosas que ni siquiera semejarán a lo que yo siento, así que te digo que tú me haces ser otra persona, me haces ser mejor.
Decir que no sabría que hacer sin ti sería quedarse corto, estaría totalmente perdida en un mundo en el que no tendría sentido vivir, porque sin ti, no quiero absolutamente nada. Tú eres mi pilar, mi razón de existir, mi vida en definitiva. Eres mi razón de despertarme cada mañana, eres lo que ocupa mis pensamientos, mis disgustos y mis alegrías, si tú no estuvieras no tendría nada más que pena. Y para vivir así, preferiría no vivir, con lo cual, te debo la vida, que es todo lo que tengo en este mundo. Te amo tanto que no lo puedes ni imaginar.
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