Un segundo, un segundo es lo único que hace falta para destrozar decenas de vidas.
Suenan los teléfonos, una misma noticia, él está en es hospital, lo han atropellado al salir del coche y tiene dos costillas rotas, todos ríen, mira que es… solo a él se lo ocurre dejarse atropellar en fechas como estas, estamos en San Valentín. Todos bromean y charlan sobre ir a visitarlo sin darle demasiada importancia al golpe, solo son dos costillas, muchas personas se han roto costillas, solo es necesario reposo para curarse.
Uno tras otro van a visitarle, toda la familia y amigos cercanos pasan por esa habitación, no es una ni dos las veces que la enfermera pide que no haya tantas personas en la habitación.
Ahora se encuentran su madre y sus dos cuñados en la habitación, charlan animadamente, y él bromea con que jamás se comprará ningún regalo a su mujer, que para un año que le compra algo mira como acaba, parecen unas rosas las culpables del accidente. En ese momento suena la puerta, entran las auxiliares de enfermería y piden a los que están dentro que salgan, van a cambiarle las sábanas, ellos salen sin tardar y una vez fuera comentan lo bien que se le ve, seguramente en unos días ya estará en casa jugando con sus dos niños.
Las auxiliares salen y ellos vuelven a acompañarle, tiene mala cara, se queja constantemente de que le duele el pecho, empieza a respirar con dificultad sus cuñados le dicen que respire por la mascarilla, que esté tranquilo, que pronto se pondrá mejor, pero no funciona, él pide que llamen a la enfermera, realmente está respirando cada vez con más dificultad, su cara muestra la fatiga y la falta de oxigeno. La enfermera llega enseguida, antes de que salgan él le dice a su madre que presiente que algo malo le va a pasar, que por favor si algo pasara, lo entierren en su aldea, el sitio en dónde nació, y a continuación le dice a su cuñada que por favor cuide de sus hijos y de su mujer.
La enfermera les manda salir, ellos salen demasiado preocupados, llegan más enfermeras, la primera sale a buscar a la médica, en cuanto la ve llegar calmadamente le insiste en que apure, el paciente se está muriendo, y ella solo dice que ante todo tranquilidad, eso llega a los oídos de los que momentos antes estaban dentro como un puñal clavado justo en el corazón.
Se escuchan gritos, se puede distinguir su voz, sus llamadas de socorro, la tranquilidad no existe en ese momento para ellos, de pronto la enfermera que había ido a buscar a la médica sale de la habitación llorando desconsoladamente, y segundos después salen todas las enfermeras y la médica llevándoselo a él en una camilla, pálido y sin pulso aparente.
A las tres de la madrugada vuelven a sonar las teléfonos, ha muerto, nadie se lo puede creer, como es posible que todo se haya acabado así? Familias completamente rotas, llantos, miles de lágrimas desconsoladas recorren mejillas demasiado húmedas ya. Todos están demasiado confusos, demasiado sobrecogidos, quieren denunciar, ha habido demasiadas negligencias, la persona que lo atropelló se dio a la fuga sin ayudarle siquiera, las auxiliares no deberían haberlo movido, ya que esa fue la causa de la muerte, las costillas se le clavaron en los pulmones y estos se encharcaron de sangre, lo que provocó la asfixia; los médicos deberían haberle hecho radiografías traseras, ya que tenía 6 costillas rotas, no las 2 que mostraba la primera radiografía; la enfermera no podía pedir tranquilidad cuando él se estaba muriendo; pero todo eso, por mucho que se disculpen que paguen, a él no le devolverá la vida, jamás podrán arreglar lo que hicieron.
En apenas un segundo todo puede cambiar, esta vez le tocó a él, era inocente, nada de eso le pertenecía, a él no le tocaba morir, pero ellos lo mataron, ellos hicieron que todo lo que le pasó acabara así y ahora todos sufrimos por su ausencia, algún día la vida será justa, pero ese día el no podrá estar conmigo para disfrutarlo, aún así, yo sé que sigue aquí, sigue cuidándonos, sigue en presencia dentro de nuestros corazones y de ahí nadie jamás lo podrá sacar, hoy es por ti, porque eres el que más se lo merece, aquí nadie te olvidará nunca.
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