Me gusta escribir, hay días que es lo único que me salva,
escribir, desahogarme con las teclas, soltar todo lo que tengo guardado,
expulsarlo todo sin temor, de todos modos, si luego me arrepiento de lo escrito
no hace falta nada más que eliminar el archivo, por lo de ahora, eso nunca ha
sucedido, con lo cual, algo debe de estar bien en esto. El problema de
escribir, es que hay días que la inspiración llega a ti y simplemente las palabras
salen como si estuviesen esperando este momento, y sin embargo, hay otros que
no hay nada en tu cabeza, es como si una nube negra se posase sobre tus
pensamientos y no los dejase mostrar. Estos últimos días la inspiración está de
mi parte, pero todo lo que escribo esta bañado por un mar de amargura que lo
entristece todo. Evidentemente esto no es casualidad, no únicamente por el
hecho de que no crea en las casualidades, sino porque lo que escribo se basa en
mi estado de ánimo, y mi estado de ánimo de las últimas semanas es como poco
mediocre, tengo altibajos marcados intensamente, pero el problema es que los
altos duran una décima parte que los bajos, los que siempre que llegan, lo
hacen para quedarse.
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