Sí, aquel que decía que me quería; aquel que hacía cosas que solo yo comprendía; aquel por el que defendía a muerte lo indefendible; aquel que podía alegrarme la vida con una sonrisa y en cambio una única lágrima suya me arruinaría la existencia; aquel al que no quería perder; aquel que parecía insignificante a ojos de todos excepto a los míos; aquel del que nadie se acuerda ya; aquel que solo debería ser un viejo recuerdo para mi. Sí, exactamente aquel niño.
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