Puede que al fin y al cabo, la vida simplemente juegue con
nosotros. Es posible que en definitiva las cosas acaben como menos lo
esperábamos. O quizás solo somos nosotros los que nos engañamos a nosotros
mismos, no queremos creer lo que está claro, lo que está ahí y lleva ahí todo
el tiempo, más del que esperabas. Es difícil darte cuenta de que la felicidad
ha estado delante de tus narices constantemente, al alcance de tu mano, y que han
tenido que te ha costado tanto reconocerlo.
Qué queréis que os diga? Hay una persona muy importante que
siempre me dice “Lo bueno se hace esperar” Y para qué engañarnos? Tiene razón!
Lo bueno viene en pequeñas dosis, en frascos pequeños y despacito. Y es
totalmente cierto eso de que una relación es mucho mejor y más sana cuando está
sobre las bases de una gran amistad, pero no una amistad de unos días o unos
meses. Una amistad de años, en la cual la sinceridad y la confianza eran los
cimientos. Es posible que sea porque de esta manera todos y cada uno de los
temas, de los problemas que tengamos, por ínfimos que sean los podemos tratar
con total naturalidad, o tal vez porque simplemente es la persona correcta,
porque se adecúa a mí, y yo me adecúo a él, porque me da exactamente igual lo
que piensen los demás y no necesito que sepan que estoy con él, ni que soy la
persona más feliz y afortunada del planeta, porque me llega con serlo, eso es
suficiente.