Me gusta escribir, hay días que es lo único que me salva, escribir, desahogarme con las teclas, soltar todo lo que tengo guardado, expulsarlo todo sin temor, de todos modos, si luego me arrepiento de lo escrito no hace falta nada más que eliminar el archivo, por lo de ahora, eso nunca ha sucedido, con lo cual, algo debe de estar bien en esto. El problema de escribir, es que hay días que la inspiración llega a ti y simplemente las palabras salen como si estuviesen esperando este momento, y sin embargo, hay otros que no hay nada en tu cabeza, es como si una nube negra se posase sobre tus pensamientos y no los dejase mostrar. Estos últimos días la inspiración está de mi parte, pero todo lo que escribo esta bañado por un mar de amargura que lo entristece todo. Evidentemente esto no es casualidad, no únicamente por el hecho de que no crea en las casualidades, sino porque lo que escribo se basa en mi estado de ánimo, y mi estado de ánimo de las últimas semanas es como poco mediocre, tengo altibajos marcados intensamente, pero el problema es que los altos duran una décima parte que los bajos, los que siempre que llegan, lo hacen para quedarse.

La gente cree en los cuentos de princesas, en la ficción de las telenovelas y de las películas románticas. Por favor, abrid los ojos, esas cosas no pasan, no se cumplen, jamás, ni en un puto millón de años. No jodáis, si la persona que te gusta no te habla o es gilipollas o no le interesas, no hay más, en la película “Que le pasa a los hombres” lo explica jodidamente bien: Ahí está, ahí es donde empieza nuestro problema: “Ese chico te ha dicho eso porque le gustas”. ¿Sabes qué significa eso? Que nos convencen, nos programan para creer que si un chico se porta como un capullo significa que le gustas. Todo va bien hasta el final, que para que hiciera buen honor al comedia romántica tenía que acabar alguna pareja unida, para eso de poder decir que fueron felices y comieron perdices (que puto asco joder!). Lo siento señores, pero dejémonos de engañarnos, los finales felices solo existen si somos realistas, evidentemente si nos creemos todo lo que nos gustaría que pasase nos llevaremos una desilusión, pero ha sido sola y únicamente provocada por nosotros.

Las personas deberían ser consecuentes con sus actos. Al igual que no puedes pretender que tus amigos sigan siéndolo después de que los trates como una puta mierda, no puedes pretender que alguien no se enamore de ti si la tratas como si tú lo estuvieras de ella. Resulta evidente no creéis?

Pues vamos entonces a dejar claro que las chichas tenemos un problema, creemos que cuando los tíos pasan de nosotras, cuando se comportan como completos imbéciles es porque les gustamos. ERROR. Se comportan como imbéciles porque lo son, no están intentando mandarnos un mensaje que diga “te quiero”, sería algo más parecido a “me da por culo lo que sientas, pero yo me siento importante cuando vienes detrás de mí como un perro”.

Pero ese no es el problema, el problema está cuando hay una persona que te hace reír cuando quieres gritar de la ira, se preocupa de ti cuando estás hundida, te habla cuando quieres que nadie lo haga, te hace cosquillas cuando estás enfadada, te toca cuando le ignoras, te hace rabiar, se mete contigo y te hace la burla cada segundo que está a tu lado, te susurra cada vez que tiene oportunidad y te habla lo suficientemente cerca como para que puedas sentir su aliento en los labios. Cuando la persona que te hace eso no está interesada en ti, entonces, tienes permitido matar a alguien. La ley lo dicta así. Puedes coger una gran tarrina de helado de chocolate y planear como encontrar a chicos cachondos.